Alex de tan solo 22 años se convirtió en uno de los artistas seleccionados para exponer su obra en el Walt Disney Family Museum, en San Francisco. ¡Conócelo!
Artículo originalmente publicado aquí.
Pero para llegar aquí, pasaron muchas cosas. Recorrer un camino lleno de “Nos” hasta por fin encontrar el tan deseado “Sí” que lo llevó a serle fiel a lo que siempre ha amado. Tuve la oportunidad de platicar con él y esto fue lo que nos contó sobre su inesperado camino al éxito profesional.
TH: Alex, háblame de ti, ¿qué haces en el día a día?
AC: Yo llevo dibujando toda mi vida. El dibujo siempre fue parte de mi vida, me acuerdo que crecí viendo series de Hanna-Barbera y las películas viejitas de Disney. Me encantaba ver cómo iba un dibujo después de otro, cómo se movían, y desde entonces salió esa pasión dentro de mi de estudiar algo relacionado al arte. Darme cuenta que existe una carrera de animación y que existen personas que hacen esto, ¡fue el mejor invento del mundo!
TH: ¿Qué pasó entonces cuando creciste y dejaste de ser ese niño?
AC: Llegué a la preparatoria y dejé de dibujar un rato porque, aparte de que era cuando todo el mundo se preguntaba qué quería estudiar, fue cuando empecé a recibir comentarios como “no se puede vivir del arte”. Me enfrenté también con el estereotipo de mi ciudad, Saltillo, en la que te tienes que limitar a lo que hay y no puedes salir de ahí.
Fue entonces que Alex compensó esa parte creativa explorando otros medios como el teatro y los grupos estudiantiles. Pero el dilema lo alcanzó en el último semestre, cuando no sabía qué estudiar, al mismo tiempo que veía cómo todos sus compañeros de clases se preparaban para ser doctores, abogados o ingenieros. “Entonces, por no hacer el registro completo, terminé estudiando una carrera que no me gustaba.” me comenta.
TH: ¿Qué carrera elegiste?
AC: Me metí a Administración de empresas, cero relacionado al arte. Me acuerdo que llegué a mi primer día de clases, después tres años de no haber dibujado tanto, y al presentarnos dije que un fun fact mío es que me gusta dibujar y alguien me contesta “qué bueno que no te estás dedicando al dibujo porque no se puede vivir de eso”. Fue algo que me pegó bastante. Ese día llegué a mi casa y me dije “¿Sabes qué? No puedo seguir así, tengo que cumplir mi sueño”.
TH: ¿Y entonces qué hiciste?
AC: Ahí fue cuando regresó la motivación para dibujar. Abrí mi página de Instagram con 15 seguidores, todos compañeros de clases, y publiqué mis dibujos. Por ese entonces había salido la película de Coco, entonces hice unos dibujos en un cuaderno de la marca Scribe, los etiqueté y les encantó lo que había hecho. Así fue como empezaron a compartir mi trabajo. Desde ahí comencé a practicar muchísimo para agarrarle pasión al dibujo otra vez. Después de recibir todos los comentarios negativos, para mí fue darme cuenta que no necesito una plataforma grande o esperar a graduarme para crear arte.
A partir de ese momento fue que comenzó a colaborar con la marca, encontró el coraje para hablar con sus papás y les pudo confesar que quería cambiarse de carrera y emprender el vuelo a Monterrey, en donde estudiaría animación.
TH: Y ya para esta etapa en la que estabas seguro de lo que querías hacer, ¿cuáles fueron tus fuentes de inspiración para seguirle?
AC: Tengo tres personas que admiro mucho y que me dieron la base para seguir cumpliendo mi sueño. La primera persona fue Kobe Bryant, él siempre trató de cumplir sus sueños y de motivar a la gente, a pesar de tener mucha fama, siempre supo de dónde venía. La segunda es Glen Keane, un animador de Disney con quién hizo el cortometraje “Dear Basketball” que ganó el Oscar en 2018. Yo lo vi el día que más desmotivado estaba y me ayudó muchísimo.
La tercera es KAWS, él comenzó como grafitero en Nueva York y terminó colaborando con Calvin Klein o Dior, me gusta cómo le da vida al arte contemporáneo.